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sábado, 23 de mayo de 2009

Presentación

Dice Joan Manuel Serrat en una de sus canciones: “a menudo los hijos se nos parecen, así nos dan la primera satisfacción”; y seguro que a partir de ahí los padres recibimos muchas más, cada vez que descubrimos un rasgo de inteligencia en nuestros hijos. Pero, ¿qué es la inteligencia?

Por lo general los padres no nos hacemos la pregunta tan directamente, pero si pasamos mucho tiempo descubriendo los rasgos de genialidad de nuestros pequeños y comparándolos con sus primos, con los hijos de amigos y sus compañeritos de la escuela, también es frecuente que muchos queramos saber cuál es su “cociente intelectual”, como una forma de comprobar que si son los “más inteligentes” o para cerciorarnos y aceptar que no lo son tanto.

Sea como sea y que se manifieste de mil maneras, parece algo natural que las personas tengamos como uno de los orgullos más preciados, los avances intelectuales de nuestros vástagos, quizás porque estamos asombrados ante el desarrollo normal de los niños, que no deja de maravillar incluso a los expertos o porque tenemos gran interés en hacer que nuestros pequeños desplieguen al máximo todo su potencial.

La inteligencia fue el principal interés de los estudiosos en el campo de la psicología moderna: Wundt funda el primer laboratorio de psicología en 1879, en Leipzig, Alemania, iniciando con una propuesta en la que se partía de la observación, la experimentación, la reflexión y descripción de la experiencia de los sujetos y sus capacidades cognitivas.

Y por lejano y complicado que nos parezca, desde entonces las propuestas para definir y medir la inteligencia han proliferado, ya sea que provengan de la medicina, la psicología, la antropología o las ciencias de la educación, y cada una de ellas ha aportado diferentes explicaciones, a las características intelectuales del ser humano.

Las definiciones van desde las muy científicas como “La inteligencia es la capacidad y aptitud de un organismo humano y subhumano para reaccionar, adaptándose, ante nuevas situaciones, partiendo de la experiencia pasada...”, a las más populares como la que mide la inteligencia por “el número de dedos de frente que tienes”, o hasta donde logras ver más allá de tus narices y pasando por algunas absurdas como, “que la inteligencia es lo que miden los tests de inteligencia”.

Pero aquí no vamos a perdernos en definiciones, que a fin de cuentas no nos explican el origen ni el desarrollo y procesos de la inteligencia humana, sobre todo porque hasta el momento todas ellas han sido incompletas, puesto que algunos estudiosos resaltan los aspectos verbales, otros los numéricos, otros consideran las aptitudes de análisis y abstracción, etcétera, aunque la mayoría coincide en que la inteligencia es una facultad humana que nos ayuda a resolver los problemas y que no siempre es un seguro para la felicidad.

Dejemos a los expertos que estudien y descubran cómo pensamos y aprendemos los humanos y mencionemos a un autor que de momento ha dado una salida a tanta especulación, ya sea científica o popular.

Su nombre es Howard Gardner, e “inteligentemente” solucionó el problema de definir la inteligencia, proponiendo que no existe una inteligencia sino muchas, que todos poseemos capacidades similares pero que siempre somos más hábiles para unas cosas que para otras, y la llamó, Teoría de las Inteligencias Múltiples.

Él junto con su grupo de colaboradores, dejaron atrás dos postulados que hasta 1983 no habían sido cuestionados: primero que la inteligencia humana es unitaria, única y por lo tanto es posible definirla y segundo que ésta es cuantificable.

Así el autor con su propuesta establece que no hay una sola inteligencia sino muchas y ofrece criterios para observarlas y desarrollarlas, no para medirlas.

Aunque de momento es tan sólo una teoría, está siendo ampliamente reconocida y es de gran utilidad para conocer nuestras capacidades y las de nuestros hijos, es necesario recalcar, que todos poseemos en alguna medida la totalidad de las inteligencias en diferente grado, pero tenemos más afinidad con las posibilidades de una u otra(s) de ellas.

Sinopsis


Todos somos capaces en una u otra materia, tenemos diferentes aficiones y aptitudes y reaccionamos de diferente forma; en ese sentido la Teoría de las Inteligencias Múltiples, de Howard Gardner, ofrece una orientación a los padres para descubrir las capacidades de sus hijos y ayudarlos a tener un desarrollo más armónico y feliz.